Se avecinan gastos: Llega la Navidad

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¡Cómo pasa el tiempo! tan solo hace unos días estábamos de vacaciones estivales, con un sol de justicia, bajo la sombrilla,  tumbados en la hamaca y disfrutando de la vida con el sonido del mar de fondo. ¡Qué tiempos aquellos!… pues ya tenemos a la vuelta de la esquina las invernales fiestas de la Navidad y de nuevo, al igual que pasó en verano, tendremos que echar mano de las sufridas tarjetas de crédito para afrontar los múltiples gastos que conlleva la Navidad.

Sí, sí, porque la Navidad también tiene sus desventajas, no todo es paz y amor… en muchos casos tenemos que soportar al pesado de nuestro suegro en la cena de noche buena, o al imbécil del cuñado que se cree un sabelotodo. En fin son trances de la vida que tenemos que soportar a cambio de la cervecita bajo la sombrilla, la hamaca etc.

Otra de las desventajas de la Navidad son los excesos gastronómicos que cometemos con premeditación, alevosía y nocturnidad. Comilonas con los amigos, la cena del trabajo, la cena de la peña o la falla!!, la cena de Nochebuena, la comida de Navidad, la cena de Nochevieja!!!, cervecitas y vinos por doquier porque hay que celebrar que somos felices, estupendos y afortunados, aunque se nos quede cara de idiota el día 22 al comprobar la fortuna que nos hemos gastado en lotería, sin apenas retorno de capital. Pero en fin ¡la salud es lo que importa!.

Por si fuera poco, la Navidad nos obliga a gastar lo que no está escrito. Regalos, cenas, comidas, compra de productos gourmet, cines, salas de fiesta… ¡Todo por los aires! ¡Estamos en Navidad y está permitido perder la razón incluso! al menos durante unas semanas. La Navidad nos abduce y nos impregna de un halo consumista un tanto irracional que aceptamos con gusto, porque nada hay más reconfortante que extralimitarse sabiendo que está permitido por unos días, traspasar la frontera de lo correcto.

Claro, después vienen los disgustos con la tarjeta de crédito, el saldo del banco, la hipoteca… en definitiva volvemos a la normalidad. La borrachera consumista pasó, los días de amor y paz quedaron atrás igual que el verano, la playa y la cervecita.  La alegría se convierte en tristeza y la fiesta en ansiedad. Se impone la cruda realidad, el trabajo, el jefe y la cuenta bancaria a cero.

Pero no te desanimes, no hay mal que cien años dure.

Pronto llega el Día de los Enamorados, las Fallas y la Semana Santa, donde nuevamente se permitirá traspasar los límites de lo establecido y podremos repetir las tropelías de siempre con cargo a la tarjeta de crédito. ¡Que sería la vida sin algún que otro exceso! ¿No crees?